Hay cosas que se van aprendiendo. Cuando llegas a la parada y no hay nadie, un autobús acaba de irse hace poco. Cuando son más allá de las dos y media de la tarde, es mejor evitar Chapina y cogerlo en Plaza de Armas, aunque haya que andar y llegar más tarde a casa. En Semana Santa y Feria, olvídate de esperarlo en San Ignacio o Santamaría, como mínimo tendrás que hacerlo en la parada del Rubio. Y si pasada la última parada antes de Camas, la parada desde donde se ve toda Sevilla, ves que el tráfico impide bajar la cuesta del Carambolo con fluidez y empiezas a quedarte parado, esa mañana llegarás tarde a tu destino.
Sí, estoy hablando de los autobuses. ¿Quién no ha cogido uno nunca? ¿Os habéis parado a pensar la enorme cantidad de horas que pasamos en ellos a la semana? Yo personalmente me reconozco un enamorado de los autobuses. Aunque si hay algo que no me gusta de ellos es la gente. Dejando a un lado las veces que va muy muy lleno y apenas se cabe, situaciones que no le gustarán a nadie supongo, a mí en particular también me da coraje encontrarme a conocidos de tipo B. Lo explico. Cuando coincido con algún amigo en el autobús, nos saludamos, hablamos y todo perfecto. Porque es un amigo, alguien a quien realmente aprecias y te gusta encontrarte. Diferente es cuando te encuentras a alguien de tipo B, es decir, a alguien que sólo conoces de vista o con quien apenas tienes relación, el vecino de tu calle, la niña que estaba contigo en el instituto, la madre de no sé quién, etc. No me gusta encontrármelos porque, aparte de ser incómodo el dilema entre saludar o no, para mí es como si me observaran en mi rutina diaria, porque coger el autobús es mi rutina diaria. Como si fuera al cuarto de baño a lavarme los dientes y hubiera alguien usando el retrete. No obstante, y teniendo en cuenta todo esto, para mí montar en autobús es un placer.
En primer lugar disfruto haciéndolo, casi todas la veces que me monto pese a la gran frecuencia con lo que lo hago (al menos unas 8 veces a la semana). El porqué es difícil de explicar. Me encanta mirar por la ventana, sin mirar a nada en concreto, sin mirar nada interesante. Solamente las cosas pasar. También es en el autobús donde me gusta escuchar nuevos discos, una escucha tranquila de todos los temas uno a uno. No sé explicar por qué, pero sólo en el autobús, o como mucho en los paseos de uno a otro, es donde saboreo los discos y juzgo si son de mi gusto o no. En los auriculares, sentado al lado de la ventana, ahí es donde los examino. Los paisajes también me encantan. Podría decirse que pocas son las vistas interesantes que puede ofrecer un autobús urbano o metropolitano, pero para mí sí las hay. El paisaje nocturno de la ciudad me parece algo realmente bonito, con las luces de neón, las farolas, las luces de los coches, los reflejos...Para mí es algo precioso que jamás me canso de observar. La vista desde el Carambolo de toda Sevilla es especialmente recomendable. Otro factor: la sensación de viajar. Me resulta placentero el desplazamiento, la velocidad, el movimiento. Para mí es puro lirismo el surcar la noche observando como se alinean las luces rojas y blancas de los coches, a la vez que te recuestas en tu asiento y oyes la canción que has llevado toda la tarde sonando en tu cabeza. De día tampoco está nada mal, es tiempo para mirar a la ciudad despertarse (quioscos que abren con la prensa del día, gente que se agolpa en la parada de autobús, niños que van al colegio, albañiles trabajando desde muy temprano...) o para leer un poco, también muy recomendable para los que no se mareen. Además, es un vehículo bastante ecológico, al menos mucho más que el coche. Ojalá todo el mundo fuera al trabajo o a clase en autobús o en bicicleta, o compartiendo coche con gente conocida o desconocida. Todos ganaríamos mucho.
En definitiva, para mí el autobús es algo especial. Me parece un medio de transporte objetivamente recomendable, aunque el coche pueda ser más cómodo. Funciona bastante bien, al menos en mi cuidad, es cómodo y es respetuoso con el medio ambiente. Además: ¿cuántas anécdotas podrían contarse ocurridas en un autobús? ¿Cuántas experiencias vividas dentro, con cuanta gente te habrás cruzado? Muchas veces pienso, cuando monto en los autobuses de todos los días, que sería increíble si hablaran, porque podrían contar que te han visto triste, contento, preocupado, eufórico, decepcionado, solo, acompañado, con maleta, sin ella, con equipaje, con bolsas, vestido de chaqueta, en ropa de verano, con gorro, ojeroso, con el pelo largo, con el pelo corto, con libros en la mano, sin nada que contar, riendo, tropezando....Bueno, no estaría nada mal que los autobuses fueran gratis, como servicio público que son, o al menos algo más baratos, pero bueno, eso es ya es otra historia. En cualquier caso, un autobús siempre será un sitio romántico. Al menos para mí.
Próxima Parada...
martes, marzo 25, 2008
Publicado por Consigliere en 6:28 p. m.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
6 comentarios:
jojojojj yo creia q era el único espécimen al q l gustaba el autobús... xD maravigliosamente descrito, sí, muy bonito, sí sí.... haazlo funky neena!! yeieieeeh..... (déjenlo a su royo...)
mmm..... ya sé! lo mandaré a un concurso y dire que es mío!! muhahahahhahahahahaaaaaaaaaaaaaa
nous vemoh! xD
q nivelaso...
sí señor....
QUE NIVELASO!!! xDDD
Hoy me encontré a una amiga de mi madre. Tema de conversación: Ejercicios para mujeres con problemas de peso, espalda y cadera.
*en el bus, se entiende
Publicar un comentario