¿Por qué te fuiste, Peseta mía?

sábado, marzo 15, 2008


Ya es final de mes. Estoy en el centro de Sevilla y es una buena ocacasión para comprarla, ya que en el Aljarafe, donde vivo, no suele estar por ninguna parte. Pero, ¿dónde? Hay bastantes quioscos por la calle pero en el Corte Inglés también la venden. Y allí hay prensa y revistas de todo tipo, está bien iluminado, huele a perfume, la dependienta es guapa, me dan una bolsa bonita y resistente...A fin de cuentas, la revista la venden en los dos sitios, vale exactamente lo mismo y es exactamente igual, es la misma revista. ¿Qué hacer, entonces? ¿Dónde comprar mi revista?

Es la eterna elección entre el pequeño comercio y el gran comercio. Como he dicho, y no sé si estaréis de acuerdo conmigo, el centro comercial suele reunir condiciones que lo hacen más atractivo, más agradable de visitar y socialmente más aceptado. Pese a esto, creo que en casos en los que el bien o servicio es exactamente el mismo, hay que incentivar el pequeño comercio frente a la gran superficie. Con la irrupción de grandes empresas y multinacionales las tiendas humildes de toda la vida se ven asfixiadas por la feroz competencia. Sencillamente, no pueden competir y tienen que cerrar. ¿Cuántas cafeterías han tenido que cerrar ante la invasión del Starbucks, ese establecimiento de café tan bien considerado entre los jóvenes pero que no deja de ser otro tirano del mercado? Y restaurantes, y ultramarinos, y talleres de reparación, y ferreterías.... Si nos ponemos a pensar la lista es enorme, sólo he escrito los que se me han ocurrido a bote pronto. Que sí, que quizá no podemos hacer nada por parar todo el movimiento empresarial de las multis, que es imparable, pero hombre, lo que sí podemos hacer es no dejar de comprar en la tienda de al lado de casa. Eso sí podemos hacerlo. El Corte Inglés no va a tener problemas económicos porque bajen sus ventas de prensa, porque sus portentosos volúmenes de facturación van por otro lado. Así que mejor compra la revista en cualquier quiosquillo y así haces tu pequeña contribución. Yo por ejemplo, por poner un caso personal, voy a pelarme a una peluquería que no puede ser más de pueblo. De estas que pasa la gente por la puerta y saluda al peluquero al grito de: ¡¡¡AAAYYYYYY!!! Y el peluquero responde: ¡AAAAYYYYY AGUSSTIIIIIN!! Todo muy folklórico, muy castizo y muy familiar. Es sobre todo eso: familiar. Porque os aseguro que el trato tan cercano, humano y amable no lo encontraría en cualquier otra peluquería de ciudad, fría, estéril y automatizada. Y realmente da pena cuando ves cerrar esa tienda en la que comprabas gusanitos y chucherías cuando eras pequeño cual inocente renacuajo. Da mucha pena (Snif).

Pues eso, que os animo a todos a evitar siempre que se pueda al gigante comercial, que no va a tener problemas para llegar a fin de mes. Y que os cortéis el pelo en la peluquería del barrio, compréis el pan en la panadería de Loli y el periódico en el quisco del Sebastián. Y vayan a los cines del centro de Sevilla, como el Avenida, el Alameda o el Cervantes, que son mucho más bonitos, son incluso más baratos y así evitamos que los cierren como tantos otros anteriormente. Pero bueno, que al final cada uno haga lo que quiera, naturalmente. Esta es mi recomendación.

Un saludo pre-semansantero

1 comentarios:

Poliándrico dijo...

Yo siempre compraré mi Investigación&Ciencia en el quiosco de Salva, porque me cae bien y porque le conozco de toda la vida. Sé que se lo gastará en droga, así que además de con el pequeño comercio también colaboro con el narcotráfico, pero bueno.

Y siempre iré a pelarme a Gazos, donde está mi tocayo Jacinto, y le preguntaré por su familia, su hija pequeña que el año que viene entrará en primaria, hablaremos de política y nos echaremos unas risas. Además, sólo él sabe adaptarse a la orografía de mi amorfa cabeza.

Un verano que estuvo cerrado fui a una peluquería del Viapol Center, "Difussion", una cadena yanki con su propia revistita con las tendencias del momento (eso sí, todos los modelos eran blancos lechosos, unos de pelo rubio y otros castaño). 9.80€ me costó, y no me hicieron ni la perilla, porque la mujer no sabía hacerlo y eso no lo hacían (de aquella sólo llevaba perilla). Eso sí: lavado con masaje capilar, una chica muy mona pero con menos gracia que un vaso de agua, pero todo muy chick.

Frutas, legumbres y hortalizas en la plaza, todo fresco y con buena relación calidad/precio.

Y es que es eso. Aunque pagues algo más, esa felicidad te lo ahorras luego en psicoanalista y demás pijadas de Sexo en Nueva York. Viva el rollo de barrio!