El loco del pelo rojo

viernes, abril 04, 2008


Sí, estaba loco. ¿Pero y qué? Le bastaba con ser genial, aunque muchos no lo comprendieran. Creo que la naturaleza de lo extraordinario se basa bastante en eso: en aquello que pocos aprecian. Vincent Willem van Gogh fue un hombre atormentado, que con una obra notablemente amplia y virtuosa supo sobreponerse a su desdichada existencia. Precisamente, cuando pintaba era el único momento en el que parecía realmente cuerdo.

Van Gogh nace el 30 de Marzo de 1853 en un pueblecito holandés llamado Groot-Zunder. Su vida familiar, desde los inicios, desestabilizaría su vida. Exactamente el mismo día que nace Vincent, pero justo un año antes, había fallecido en el parto el que hubiera sido su hermano mayor, llamado exactamente igual que él. Esta casualidad fechística y de nombre sería un gran peso para él durante toda su vida, acaso un mal presagio, pues en cierto modo su existencia quedaría ligada al malogrado Vincent Van Gogh I. El padre de Vincent era un pastor protestante, por lo que el chico recibió una educación austera y recta muy alejada del cariño. Además, hasta su muerte el padre del pintor despreciaría a su hijo y se avergonzaría de él. Con todo, Vincent ingresó en la escuela como cualquier otro niño y empezó a cursar sus estudios. Como tantos otros genios a lo largo de la historia, las cualidades de Van Gogh pasaron inadvertidas para sus profesores. El carácter del chico tampoco ayudaba demasiado, pues era retraído, hosco y melancólico, siempre solitario. A Van Gogh le gustab presumir de auto-didácta, y efectivamente durante su vida aprendió a hacer muchas cosas él solo. A ojos de la gente, Vincent no era más que un niño raro que no destacaba en nada en especial. Especialmente en Arte, la respuesta que recibió a los numeros dibujos que hacía fue que no tenía talento para dedicarse a la pintura. El tiempo, por supuesto, les quitaría la razón.

Curiosamente, los tíos de Vincent eran propietarios de una pequeña compañía de comercio de arte. Así, a los 17 años el chico se fue con ellos como aprendiz. Las cosas no fueron excesivamente bien ya que el negocio de la compraventa no era algo que apasionara a Van Gogh, mucho menos teniendo en cuenta sus escasas habilidades sociales. Vincent declararía en muchas ocasiones no entender cómo la gente compraba tanto y de manera tan ligera, sin apenas conocer nada de la obra. Trabajó en Londres, París y la Haya, pero finalmente su falta de adaptación al negocio acabaría por significarle el despido. Para Vincent fue una poca en la que aprendió algunas cosas interesantes, pero que no consiguió apaciguar su desesperanza vital. De regreso a Holanda, y tras un desengaño amoroso especialmente doloroso, Van Gogh empezó a interesarse por la religión. El por qué de esta nueva orientación en su vida responde a su necesidad como hombre de creer en Dios, sin duda una tabla de salvación que apuntalara su depresivo ánimo. Sus intentos de estudiar Teología en la universidad se vieron frustrados en varias ocasiones, hasta que finalmente se enrroló como ayundante de un pastor en algunas misiones. Vincent pasó 22 meses con unos mineros en Borinage, Bélgica, a los que entregó dinero y comida y en definitiva ayudó en todo lo que pudo. Van Gogh volvería a Holanda y se enamoraría de una prostituta embarazada, con quien viviría un tiempo, y contrajo múltiples enfemedades sexuales como la sífilis o la gonorréa. Sería entonces, a los 27 años, cuando su flema devota retrocediera y se plantee seriamente dedicarse a la pintura.

El hermano de Vincent, Theo, su queridísimo hermano, ejercería de mecenas. Durante toda su vida le había guiado espiritualmente (cruzaron más de 600 cartas), le había sustentado económicamente en muchas ocasiones y ahora ambos vivirían juntos en París. En esos años Vincent forjaría amistad con artistas de la talla de Émile Bernard o Toulusse-Loutrec, con los que compartiría mesa y tertulia. Van Gogh buscaría sus modelos de referencia en el campesinado, a su juicio el último rescoldo que resistía al empuje industrial. Desafortunadamente, a diferencia de sus colegas Vincent apenas conseguía vender ningún cuadro. La fuerte influencia del arte cifrense-japonés en los artistas franceses provocó que el propio Vincent buscara su particular país del sol naciente. Van Gogh lo encontró en Arlés, en la Provenza francesa. Allí vivió entre campos y natulareza virgen, en la Casa Amarilla, donde su ilusión era levantar una escuela de artistas. Su llamada fue únicamente escuchada por Paul Gauguin, que inmediatamente se transladó a vivir con Van Gogh en la casa. El holandés preparó con esmero el recibimiento de Gauguin, pintando incluso algún cuadro exclusivamente para él (La Habitación, 1888). Desafortunadamente, la convivencia con Gauguin se hizo cada vez más difícil. En la tarde del 23 de Diciembre los dos pintores tuvieron una fuerte discusión, en la Van Gogh perdió los nervios y amenazó a su amigo con una navaja de afeitar. Gauguin, sabedor del desequilibrio de Vincent, se dio la vuelta y abandonó la casa inmediantamente. Van Gogh, confuso y tremendamente arrepentido por su arrebato de ira, se cercenó el lóbulo de su oreja derecha, lo envolvió en un paño y se lo entregó a una prostituta para que se lo diera a Gauguin en señal de arrepentimiento. La policía no tardó en tomar parte en los hechos y mandar a Vincent a un centro psiquiátrico.


Una vez se hubo recuperado, un nuevo hecho trocó su inestable ánimo: en su ausencia su casa había sido saqueada y sus cuadras destrozados y rasgados. La commoción que estos hechos causaron al pintor fue muy fuerte, tanto que él mismo optó por volver a ser internado. Y sería allí, en el asilo de Saint-Rémy, soprendentemente, donde pintaría algunas de sus mejores obras, entre ellas la celebérrima La noche estrellada (1889). Algunos meses después, el doctor Gachet le ofrecería su propia casa para ser tratado de sus problemas mentales, con lo que Van Gogh abandona el centro de internamiento. En posteriores fechas la existencia del pintor se endulzaría un poco con sucesos como el nacimiento del primer hijo de su hermano Teo. Incluso el Doctor Gachet llegaría a pensar que Vincent estaba curado. Pero nada más lejos de la realidad, pues los procesos de esquizofrenia y transtorno bipolar no dejarían de acosarlo. Las últimas semanas de vida del pintor son realmente prolíficas en lo que a producción de pinturas se refiere, pues pinta unos 70 cuadros en 60 días. El 27 de Julio de 1890 Vincent pide un arma de fuego a un vecino de la zona argumentando que quería ahuyentar a unos pájaros que molestaban su trabajo. Allí, al silencio del campo y de su soledad, Van Gogh se dispara en el estómago.

Resistió 48 horas más con vida. Su hermano Teo, quién si no, lo acompañó en el trance. Dos días en los que según parece Vincent no dejó de fumar en ningún momento. El día 29 de Julio su vida se apagó definitivamente. Cuentan que todos los que vinieron a decirle adiós le trajeron un ramo de flores de color amarillo, su color favorito. Le gustaba tanto este color que incluso en una ocasión Van Gogh probó algo de pintura amarilla para comprobar cuál era su sabor. Para él, el amarillo era algo tan bello que pensó que tenía que saber a algo especial. Cosas de locos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

niñoo mucho te estas aficionando tu al arte!!! me encanta la noche estrellada, uno de mis cuadros favoritos. si alguna vez me corto una parte de mi cuerpo...la entregare a la facultad...para que todos los cavs puedan verla.

un comentario ofrecido en colores por CAV ONE

Anónimo dijo...

Bueno una grata sorpresa encontarse con este artista por aqui es mi pintor favorito y desconocia la anecdota de la pintura.Como ya sabeis mi color favorito es el amarillo y he de reconocer que hace unos años yo tambien probe la pintura de ese color pero he de avisar que la tempera jovi amarilla no es nada agradable de comer.

Besos Alderea.