"El verano ya llegó, y la ¿fiesta? comenzó.."
¿Qué tal señores? El fin de los exámenes me da el respiro que el calor me niega, así que me dispongo a escribir una vez más bajo pabellón de la Penúltima. Uno de los miembros del Alto Mando, el señor Raven, se marcha de vacaciones este mes de Julio, el mes completo, por lo que el peso del blog recaerá en el otro administrador, Gareth. Para intentar paliar esta marcha, trataré de colaborar en todo lo que pueda para que la Penúltima siga gozando de la buena salud que ha demostrado durante sus ocho meses de andadura. Empeño mi palabra en que lo haré lo mejor que pueda.
Llegó el verano, con todo lo que eso conlleva. Personalmente, es una estación del año que no me gusta demasiado, la que menos diría. Soy consciente de que es una época amada por la mayoría, esperada durante todo el año con impaciencia, así que trataré de aportar mi visión sobre ella y mis opiniones al respecto para tratar de desmontar, sin ánimo de hacer tambalear la fe de ningún creyente, la visión tan positiva que otorgan propios y extraños a dicha estación. Voy a tratar de explicar por qué la detesto.
El atractivo número uno del verano es, me parece, la condición de festividad perpetua, en lo que a obligaciones laborales y académicas se refiere claro. Es época de vacaciones para el niño y para el oficinista, para maestros y para médicos. ¿A quién le gusta trabajar o ir a clase? Trabajamos para ganar dinero y poder vivir y vamos a clase para tener una formación profesional y, así, poder hacer lo primeramente mencionado, trabajar, esto es, vivir. El ciclo de la vida, que diría Mufasa. Está claro que ambas actividades no son plato de gusto para nadie, así que las vacaciones estivales se presentan como una época de merecido descanso muy esperada.
Nada de madrugones, ni de deberes. ¿Cómo no me iba a gustar? Vale, estamos de acuerdo.
En consecuencia directa a esta falta de obligaciones gozamos de mucho más tiempo libre. Eso supone poder hacer las cosas que nos gustan. A gusto del consumidor: ver la tele, hacer deporte, leer, escribir, componer, ir a la piscina o la playa, visitar ciudades o países, salir con los amigos, salir con los amigos a emborracharse, salir con los amigos a tirarse a tías borrachas, etc. Un muy largo etcétera. Creo que hasta aquí todo genial. Pero es en este punto, el del tiempo libre, donde surgen las primeras contraindicaciones para el empacho de verano que nos pegamos todos los años.
Es un razonamiento muy simple. Tenemos tiempo libre, así que lo llenamos con cosas que nos diviertan o nos hagan disfrutar. ¿Qué ocurre cuando el número de actividades que queremos hacer excede el tiempo libre disponible? Pues que no podemos hacerlas, tal como suele ocurrir durante el curso. Bien pero, ¿qué ocurre cuando es el tiempo el que supera CON CRECES nuestro número de actividades del ocio? Ajá, efectivamente, nos visita un tal Señor Aburrimiento, de la manita del Señor Tedio y de la señorita Desidia. Desafortunadamente, todas estas personas hacen horas extras en verano, así que la diversión y el disfrute se van a dormir con peligrosa frecuencia.
Entonces díganme, ¿dónde está el atractivo del verano?, ¿les resulta agradable dar vueltas por
una casa recalentada mirando a las paredes sin saber qué hacer durante horas? A mí personalmente no me reporta demasiado disfrute, qué quieren que les diga. Las vacaciones son para los que curran 40 horas a la semana 11 meses al año, que no ven el momento de pillarlas los pobres y aprovechan para descansar lo máximo que pueden. Para nosotros, los estudiantes, (creo que es lo predominante en la audiencia de este blog) el verano se antoja demasiado largo como para disfrutarlo a tope. Que levante la mano si hay alguien capaz de pasárselo bien durarante los 75 días que dura el verano sólo aburriéndose un poco. Yo, por ejemplo, disfruto INFINITAMENTE más un puente en Noviembre o Marzo, no sé ustedes. En definitiva, que un coñazo vamos.
A este problema de temporalidad hay que sumar otro también de gran peso. Este es cultural, y lo llamaremos "El Virus Chiringuito". Sí, estamos hablando de esa terrible intoxicación que sufre la sociedad a todos sus niveles cuando aprieta el calor, una sociedad que tampoco puede presumir de demasiado decoro ni clase durante los nueve meses restantes. La televisión sufre una pequeña metamorfosis que la empuja a ser más rancia y casposa ¿todavía?. Las series, casi lo mejor que nos dan, se van de vacaciones, los programas potables lo mismo. Y en los cinco segundos esos que bajo música medio chill out nos enseñan en plan sobremesa el logo de la cadena que estemos viendo, ahora ponen a una tia tirándose a una piscina. Sí, vale, en Otoño ponen una montón de hojas secas revueltas por el viento, pero la modalidad verano me deprime especialmente. El Virus Chiringuito lo salpica todo: programas musicales chungos en Benidorm o Málaga, Torneos de Fútbol aburridos a muerte, programas de zapping a punta pala, refritos de refritos y demás morralla que tan bien conocemos. ¿Y los informativos? ¿Te crees que no sé que en la playa hay medusas, idiota? Si quieres deprimirte a fondo en verano, pon a las tres el informativo de Antena 3 y vas a ver. ¿Y qué decir del cine o los videojuegos? Pocos lanzamientos y de dudosa calidad salvo muy contadas excepciones. Creo que después de todo lo que he dicho no hace falta que hable de la música. Prepárense: Envía Politono Micrófonos al 5454.
Podría tirarme horas hablando de cosas odiosas del verano pero esto se está convirtiendo en un ladrillo y no un post. Termino con dos apuntes. El primero, y con respecto a lo del aburrimiento, sostengo que la felicidad es directamente proporcional a la cantidad de actividades que llevemos en nuestra vida, siempre que exista contenido lúdico en ellas. Cuantos más proyectos, más ocupados estaremos y menos pensaremos. Y cuanto menos pensemos, menos conscientes seremos de nuestras miserias. Por eso el aburrimiento deprime, porque acabas dándole vueltas a todo. Una frase que acuñé hace poco: "la felicidad está en la sinergia de los pequeños vicios" Y lo segundo. Es muy curioso observar cómo la mercadotecnia típicamente veraniega está también inundando a las demás épocas del año, de modo que han dejado de ser productos únicamente estivales. A saber: politonos, teletiendas, zappings, programas de madrugada de "llame y responda a nuestra pregunta, 6000 euros le esperan", recopilaciones... No es sino prueba de lo que nos temíamos: que la oferta mediática se estandariza cada vez más.
Estaré encantado de leer las opiniones de los que les guste el verano y que tengan cosillas que rebatir. A ver si así tomo nota y este año me lo paso un poco mejor.